N.P. LA SITUACIÓN SANITARIA ANTES DEL VERANO. MANIFIESTO DEL COLEGIO MÉDICO DE OURENSE. JUNIO 2022

General Medios de comunicación 28/06/2022

N.P.  LA SITUACIÓN SANITARIA ANTES DEL VERANO. MANIFIESTO DEL COLEGIO MÉDICO DE OURENSE. JUNIO 2022

Hace unas semanas la Junta Directiva de nuestro Colegio se hizo eco de la situación asistencial límite que se nos comunicaba desde el Servicio de Medicina Interna del CHUO. Pocos días después, otros Servicios de M.I. de Galicia, cada uno con sus matices particulares, hicieron también pública una problemática parecida.

La cuestión es que, en este momento, con la perspectiva de un verano en el que las vacaciones -más necesarias que nunca para los profesionales sanitarios en esta pandemia y esta crisis interminables- reducen los recursos humanos, se dibuja un panorama muy complicado no solo en Medicina Interna, sino en Atención Primaria, Urgencias, hospitales comarcales y gran parte de los servicios hospitalarios del Área de Ourense, Verín y Barco. La información que recibimos de los compañeros y de los Jefes de Servicio (suponemos que ocurre lo mismo en otras áreas de Galicia), es cada vez más preocupante. La realidad es que nuestro sistema sanitario público es uno y lo que ocurre en alguno de sus eslabones principales, repercute en el resto.

Pero lo que escuchamos sobre el diagnostico de esta prolongada crisis, no tranquiliza en absoluto por su simplicidad y falta de rigor: “faltan médicos”. Este es el mantra que parece convertir en inevitable el deterioro progresivo de la asistencia en la AP, Urgencias y hospitales.

Es cierto que faltan médicos, pero en un sistema en alocada huida hacia adelante en los últimos años, siempre faltarán, por mucho que apuremos la fábrica que los produce. Desde luego que es básico que el manejo de los recursos humanos varíe sustancialmente: que se termine con la temporalidad y se creen y se convoquen en OPEs, de la forma más rápida posible, las plazas que hoy están cubriendo necesidades estructurales imprescindibles con contratos temporales de baja calidad. También que las vacantes de los hospitales comarcales y las de difícil cobertura en AP, tengan especiales y generosas condiciones retributivas/ curriculares y un itinerario profesional claro que las hagan atractivas. Por supuesto que no podemos perder ningún médico más.

Pero todo esto, que es necesario, no es suficiente. El modelo asistencial que convirtió en un éxito colectivo nuestra sanidad pública, se ha perdido y debe ser recuperado y adaptado a los nuevos tiempos.

Ya hace años que nadie habla ni se escuchan medidas por parte de los gestores para recuperar la continuidad asistencial, la llamada longitudinalidad. Que sea siempre el mismo médico el que atiende a su paciente ha demostrado que es mucho más eficiente y los resultados en salud mucho mejores. En contraposición a si -por mantener una accesibilidad mal entendida con criterios más políticos que sanitarios- cada día le ve un médico diferente, dando la falsa impresión de cobertura cumplida. Lo “urgente” aplastando lo necesario. Conseguir esto no es fácil, pero el problema es que, salvo honradas excepciones nacidas de la base, ni siquiera se intenta. No es de recibo informar de un monto de dinero para pagar algo mejor las prolongaciones de jornada que cubran las ausencias en AP, sin una idea de conjunto para recuperar la máxima continuidad asistencial posible y la calidad de las consultas. Como bien se ha dicho, no se quiere cobrar más por trabajar peor. Lo que se demanda es un incremento de la inversión en AP para volver a desarrollar una medicina de familia, consistente, útil y resolutiva.

Y este concepto de continuidad asistencial también, implica a los hospitales. El término coordinación entre niveles asistenciales tampoco se oye ya. Una asistencia sin referencias concretas y accesibles, fragmentada, con largas listas de espera e inconexa como lo que hoy se practica en demasiadas ocasiones, tarde o temprano -sobre todo en un escenario poblacional envejecido- colapsa las Urgencias y las Unidades de Hospitalización. Es, a corto-medio-largo plazo, más cara, más insostenible y de mucha menor calidad y humanidad.

Otro concepto que hace años ya no se escucha y urge recuperar (en AP pero también en los hospitales) es el de Equipo Asistencial (médicas/os, enfermería, administrativa/o…) que trabaja con un modelo consensuado entre ellos, bajo la dirección de un único Jefe. ¿En vez de proponer rebuscadas y cuestionables fórmulas de interpretación de labores y competencias de las diferentes categorías profesionales en A.P., de aplicación generalizada en escenarios tan distintos como lo son los cientos de CS en Galicia, no será mejor empoderar a los Equipos Asistenciales para que busquen su estructura organizativa propia y dotarles para ello del apoyo y la financiación necesarias? Incorporando además o incrementando su presencia, para adaptarse a los nuevos tiempos, de otras categorías profesionales (psicología, trabajo social, podología…) imbricadas en el trabajo de ese equipo. Hay ya ejemplos en Galicia y en el Estado español que demuestran que esto es posible.

Llegados a este punto, y reconociendo el esfuerzo en el último año desde el SERGAS, buscando soluciones desde arriba -con escasos resultados a nuestro juicio-, toca afirmar que las posibilidades de recuperación, al menos parcial, del sistema asistencial público (tanto en AP como en hospitales) sólo pueden venir de la base, con soluciones locales para problemas locales, de la mano de los profesionales sanitarios que mejor conocen el terreno y las fortalezas y las debilidades con las que cuentan. Incluyendo fórmulas nuevas de gestión clínica que lamentablemente no se exploraron con suficiente tesón y valentía en el momento debido de la historia reciente de nuestra sanidad.

El activismo de los servicios centrales debe trasladarse a los servicios asistenciales de las Áreas, un cambio de cultura difícil, que tendrá sus resistencias por ambos lados, pero que es indispensable. Necesitamos liderazgos clínicos a los que se les de la confianza y la capacidad real de actuación en escenarios más flexibles administrativa y retributivamente, comprometidos y a los que se evalúe periódicamente por resultados en salud. O sea, el camino inverso al recorrido en las últimas décadas.

No es momento, en todo caso, de buscar culpables y de subrayar perniciosas dilaciones de las autoridades sanitarias -que las hubo- para afrontar las disfunciones que el sistema ha ido acumulando en los últimos años. Toca resistir el verano con los menores problemas posibles y urge convocar a todos los agentes (profesionales, sindicales, políticos, ciudadanos…) para el diseño de una rápida hoja de ruta con la profundidad, los conceptos claros y la financiación necesaria, para la muy difícil -pero no imposible- recuperación, a medio plazo, del sistema sanitario público de Galicia. Hará falta generosidad, decisiones valientes y una mirada de largo recorrido. Suena complicado, pero puede que estemos ante el último tren.

 

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